Antes que tú, yo.
Yo voy primero.
—Pase usted,
señorita.
—Oh, cierto.
Usted después,
caballero.
Pasaré por delante
y caminaremos juntos un trecho
mientras no quiera usted firmarlo.
Y cuando amague con anillos
simples, según Neruda,
nos olvidaremos de poesía
y atenderemos solo
a la pasión y a la calma.
Que en la ecuación
no hay que hallar ninguna equis
ni negociar ni tolerar ni sufrirse:
solo convivir en los pasos.